Abrigarme en tu piel de agua marina,
hombre de arena, mar y caracola,
perfúmame con besos de amapola
libando de mi boca su resina.
Hazme sentir que soy la golondrina
que se posó segura allí en tu nido,
quieta tus manos en mi pecho herido,
sumérgeme en tus ojos un instante
que quiero ser la lágrima constante
del llanto tuyo que no se ha vertido.