jueves, 3 de septiembre de 2009

MI BUEN PIANO

Era aquel piano bueno, entre los pianos,
aquel amigo de las serenatas,
aquel, que no miraba las erratas
cuando lo acariciaba con mis manos.
Tanto lo ansiaba con mis sueños sanos,
que llegó sin saber hasta mi casa,
yo nunca tuve que decirle, pasa,
por que lo perseguía como idiota
desde aquel día que escuché una nota
allá donde el sonido sí traspasa.

Llegó hasta mi, como ferviente brasa
al son de inexplicables sentimientos,
me dio entre teclas, risas y lamentos,
yo que de afecto estaba tan escasa.
Siempre fue aquel amigo que se basa
en un lugar exacto de la musa,
fué el precursor de mi niñez intrusa
cuando la soledad sólo reclama
el fiel lenguaje de su pentágrama
bajo el cortes saludo de una fusa.