Ahora que ya no estás y es primavera
tu olor a hombre me llegó en la brisa,
alguna rosa floreció de prisa
en este ocaso gris de mi quimera.
Es largo el trecho, y donde te espera
la fiel gaviota con su dulce calma:
Es aquel banco, que junto a una palma
fué testimonio de cualquier exceso
aquella noche que robaste el beso,
el beso crudo que encendió mi alma.
Ahora que ya no estás, cuando he perdido
el brillo azul de tu sensual mirada
mi boca finge una sonrisa alada
para disimular cuánto ha sufrido.
Es primavera ¡al fin! y tú has venido
a contemplar el verso en su amargura;
la tarde tiene un toque de locura,
un toque celestial con fino encanto
para poder decirte, vida, tanto,
en cada frase escrita con ternura.