jueves, 3 de septiembre de 2009

DOLOR DE AMANTE

Llueve dentro de mí y escampa afuera,
gime mi corazón avasallado,
sufre, grita de amor desesperado
como una alondra que su hogar perdiera.
Todo se desvanece cuál si fuera
una desolación dentro del pecho,
algo se muerte en mí casi deshecho
y el inclemente llanto busca calma
a esta cruel sensación trivial del alma
que yace temblorosa aquí en su lecho.

No hay un ¿por qué? quizás ya no hay un trecho
para aguardar tranquila la derrota;
este silencio llega como gota
de la atenuante duda que sospecho.
Puede que taciturno o satisfecho
quieras vivir después de mi partida,
pero esta extraña imagen concebida
bajo tus ojos dulces y arrogantes
surcarán al andar interrogantes
por el resto total de nuestra vida.

Cuánto yo te dijera si hoy, querida
bajo el influjo raro de tus ojos
no viera tras de tí tus dos antojos
sin dejarme buscar una salida.
¿Cuál de las dos será tu consentida,
esa que ha penetrado tus entrañas,
esa que escondes con sutiles mañas
en el rincón audaz de tu desvelo,
esa que a veces miras en el cielo
azul de tus retóricas pestañas?.

Mis décimas no son ni vil, ni hurañas,
mis versos son el bálsamo de un grito
que lanzo hasta el recóndito infinito
donde crecen felices tus hazañas.
A veces los rejuegos y patrañas
de ese engaño feroz y lastimoso
hacen sentir dolor, cuán angustioso
desgarra sin piedad el alma mía
que por instante tiembla triste, fría
dentro de un bello amor que fuese hermoso.

Qué más poder decir, si al ser grandioso
este precioso amor que va conmigo
cubrióse tu silueta con mi abrigo
cobijando tu cuerpo en mi reposo.
Sin ti, dime ¿quien soy?, si eres lo hermoso,
lo que nació en la imagen de mi mente,
eres más que el amor, y estoy consciente
que desenfrenas un extraño lío
cuando te miro, cuando te sonrío,
cuando se hace el amor y quiero ser

tu amante, tu querida, tu mujer;
y que tú seas solamente mío.



Este poema tiene una excepción en la última estrofa. Doce versos.