En el valle feliz de plena aurora
una luz refulgente me señala
el camino triunfal que nada iguala
para llegar a Dios sin más demora.
Allí, donde el amor en bruto mora,
donde la claridad y transparencia
hacen gala de sin igual presencia
por la omnisciencia que vislumbra,
un ave celestial su nido encumbra
en medio de la suave incandescencia.
Bajo esta luz que irradia diferencia,
de paisaje sin tiempo, sin medida,
fuera de los confines de la vida
y que es la vida en sí, en plena esencia.
Va más allá del haz de la conciencia,
del anti-todo lúcido viviente,
es el retrato exacto del naciente
universo feliz y poderoso;
es el astral consenso, misterioso,
que reposa en su andar omnipotente.
En este viaje fuera de la mente;
hacia la luz exacta existe un trecho
de aprendizaje, como fiel derecho,
para cruzar de plano justamente.
El pensamiento crece diariamente
hacia el volcán en llamas de colores
y en el jardín de edén, entre las flores,
donde las mariposas hacen galas
con la fosforescencia de sus alas
devolverán al mundo sus valores.