Tuve que conocerte callejera
allí entre la cobija del follaje,
sola con tes cachorros de equipaje
bajo un atardecer de primavera.
Así pasaste a ser mi compañera
la que mis ratos buenos compartía
mi santa, mi genial Pinta María,
la que mis amarguras consolaba,
la fiel amiga que me acompañaba
cuando la soledad me concurría.
Y como no decirte en poesía
cuando me duele tu dichosa ausencia
que aquí a mi lado siento tu presencia
me sigue acompañando todavía.
Si mi querida y fiel Pinta María
cuanto sufrir a cuestas por dejarte,
ya sé que te morías sin quejarte
desde que presentiste mi partida
y no pudiste soportar la herida
eligiendo tu también marcharte.
Entonces hoy sombría al recordarte
cuando el paisaje me parece incierto
no puedo suponer que tu hallas muerto
y que ya nunca mas pueda tocarte
Déjame al menos Pinti venerar te
poder siquiera con mi poesía
arrancar este dolor que un día
pudo causarme tu viaje rotundo
y descansa feliz en otro mundo
donde me encontraras Pinta María.