Siempre amaré tu piel trigueña y lisa
que se enredó en mi vida dulcemente;
tus ojos, tus manías de exigente,
tu nariz perfilada y tu sonrisa.
Te amaré cuando el aire en suave brisa
aflore tu recuerdo en primavera,
y en la dulce caricia mañanera
soñaré que despierto con tu beso.
Presentiré tus pasos, de regreso,
cargando mi ilusión sobre la espera.