Déjame cabalgar por tu estatura
de robusta armazón llena de hombre,
déjame pronunciar tu extraño nombre
con los labios enfermos de locura.
Toma allí entre tus manos mi cintura
llevándome a la altura de tu vuelo,
invade con amor mi desconsuelo,
cautiva mi penar con tu osadía,
para que huya mi melancolía
hasta perderse sola allá en el cielo.