Cuando un poco cansados vamos quietos
a buscar un sillón que nos cobije,
una pequeña voz llega y exige
y esa voz corresponde a nuestros nietos.
Unos tranquilos, otros son inquietos,
a veces los papás nos sienten celos
pues no tiramos nunca de los pelos,
nos adentramos con loas paciencia
en esa edad de mágica inocencia
con la mejor misión de ser abuelos.
a buscar un sillón que nos cobije,
una pequeña voz llega y exige
y esa voz corresponde a nuestros nietos.
Unos tranquilos, otros son inquietos,
a veces los papás nos sienten celos
pues no tiramos nunca de los pelos,
nos adentramos con loas paciencia
en esa edad de mágica inocencia
con la mejor misión de ser abuelos.