sábado, 5 de septiembre de 2009

CARTA AL DICTADOR FIIDEL CASTRO

Se dice que hoy te mueres lentamente,
que tu vida se apaga como el fuego,
la historia te consume y desde luego
no quedará tu huella eternamente.
Esa huella sembrada injustamente
en cada hogar, en cada ciudadano,
en la memoria del pueblo cubano
a quienes traicionaste en tu lujuria
queriendo apoderarte a toda furia
de la isla como el más vil tirano.

Aun recuerdo discursos y tu mano,
gestos de demagogia y de cinismo
blasfemando sobre el imperialismo
imperialismo el tuyo soberano.
¿Cuantos niños creciendo en el malsano
odio que tu plantaste sin mesura?,
¿Cuánta falta de amor? y en tu locura
de gobernar a un pueblo en arrogancia
sembraste miedo, terror y la distancia
en la familia como ley futura.

Para el pueblo cubano ya se augura
un futuro feliz con esperanza
dejando atrás el odio y la venganza
que solo supo dar tu mano dura.
Después de tu cercana sepultura
todos querrán borrar de la memoria
tu nombre, tu figura , la retoria
que nos trajo dolor, distanciamiento,
hambre, amargura, cuanto sufrimiento
que llevás al infierno y no a la gloria.

Que tu muerte hoy parece una victoria
mas que un triste lamento de un país,
significa acabar con la raíz
de una fuente diabólica y notoria.
Sinónimo de terminar la extraña euforia
aquella que clamabas en la plaza
porque la copa cuando se rebaza
de tanto blasfemar, de tanta pugna,
llega un momento que hasta nos repugna
esa doble moral y su coraza.

Tú pusiste Fidel una mordaza
a todo un pueblo con tu dictadura,
te burlaste de Dios con su ternura
vertiendo hasta la fe sobre la braza.
Que perdone Jesús cada amenaza,
cada acción despiadada que tú has hecho
puede que Satanás allí en su lecho
te pueda cobijar y darte abrigo
porque sabemos que ese fue tu amigo
al que llevas en medio de tu pecho.

Tanto quería decirte, tanto, tanto,
por esas madres que perdieron hijos,
por esos pueblos que hoy son amasijos
de penurias, de escombros y de llanto.
De aquellos que te siguen bajo el manto,
sembrando comunismo poco a poco
y a Dios, a ese gran Dios orando invoco
con su justicia y a la vez piedad
que a mi tierra le de la libertad
y salvarla de un miserable loco.