miércoles, 16 de septiembre de 2009

FILOSOFÍAS DE INTERIORES

Los bordes de mi copa se desfibran
cuando no puedo ver la luz del viento
el color de mi mundo que en su intento
brota del interior de los que vibran.
Miro hacia alrededor y se calibran
los colores ardientes del lenguaje,
no hay palabras para entallar el traje
de la túnica voraz de fino etéreo
más el denso arrebol se queda serio
ante el amor desnudo sin ropaje.

Se va enmarcando el lienzo en el lenguaje
tierno, arremolinado, basto, airoso
para flotar de pronto en un frondoso
lejano despertar de quieto anclaje.
La vida corre con sumiso izaje
se lleva en su trinar el verbo quieto
por ello hay que dejar que el alfabeto
se encargue de expresar su extraño brío
que salga en manantial desde su río
montado sobre el místico esqueleto.